La evocación de Kenenisa
21.03.2005 11:00No supone un despliegue de ingenio personal afirmar que lograr un título mundial es muy difícil, máxime en una disciplina tan natural como la carrera pedestre. Pero si, además, el triunfo se repite durante cuatro años seguidos, tendremos también que enriquecer el calificativo de excepcional, al alcance sólo de otros mitos como los kenianos John Ngugi o Paul Tergat. Pero cuando las victorias se consiguen por partida doble, en menos de 24 horas y ante el acoso táctico del equipo de Kenia, herido en su orgullo por la afrenta de tantas derrotas seguidas en su escenario natural, nuestras dificultades para adjetivar la gesta son ya notorias y delatan nuestras propias limitaciones. Sólo un superdotado entre los más grandes, un prodigio o, tal vez, el fruto de un accidente fisiológico de la naturaleza, llamado Kenenisa Bekele, es capaz de rubricar estas actuaciones.
Desde una perspectiva física, este joven etíope de 22 años, se mostraba, a priori, con cierta vulnerabilidad, tras el impacto emocional sufrido a raíz de la muerte de su novia, el pasado mes de Enero, cuando se entrenaba en su compañía. Sus dos derrotas en pista cubierta son un ejemplo contundente. Esta circunstancia animó a otro excepcional corredor, el keniano Eliud Kipchoge, a afirmar que “Francia será su Waterloo, tenemos gente y medios suficiente para llevar a cabo el plan. Es hora de que el título regrese a casa”. Sin embargo, este derroche de confianza no fue suficiente para mermar lo más mínimo la moral herida del etíope. La resistencia al esfuerzo físico adquiere dimensiones épicas cuando, tras cada latido o tras cada zancada, se evoca el recuerdo del sentimiento al ser querido. Esta supuesta merma física fue compensada con creces por su fuerza de voluntad. Ha sido el mejor homenaje que Bekele ha podido realizar a la memoria de su compañera.
La Voz de Galicia
———
Volver