El deporte escolar y la implicación del profesor de Educación Física (conferencia)
En primer lugar deseo expresar mi agradecimiento al Presidente de la Federación Española de Asociaciones de Docentes de Educación Física, Francisco Ruíz, por la invitación que me ha hecho para tomar parte en este X Congreso Internacional sobre la enseñanza de la Educación Física y el deporte escolar (Pontevedra, 2013). Me satisface mucho intervenir en esta mesa redonda, en un tema que me agrada y que me sugiere gran cantidad de reflexiones. Voy a transmitirles mi particular punto de vista durante estos minutos que me corresponden en mi intervención inicial, respaldado por la experiencia de 40 años vinculados al deporte de forma muy activa. No pretendo que mi opinión sea compartida por todos los congresistas. Pero tendrán ustedes oportunidad, al finalizar mi intervención y la de mis compañeros de mesa, de intervenir durante el turno de preguntas y posterior debate. Esta posible divergencia es siempre positiva, no solamente en cualquier congreso sino en el día a día, ya que el debate y la confrontación de ideas deben formar parte de la esencia de nuestra sociedad. Y de manera más acentuada en un tema que suscita tanta controversia como el Deporte Escolar, el enfoque del que debe ser objeto y las personas que deben estar al frente del mismo.
Aclarando conceptos
Creo necesario aclarar algunos conceptos previos. Una mirada retrospectiva, nos permite acreditar que el término del Deporte Escolar surge inicialmente en el contexto restringido de la escuela. Lo identificamos como aquella actividad deportiva del niño, totalmente voluntaria, que se desarrolla durante el período escolar, al margen de las clases obligatorias de Educación Física y como complemento de éstas. Partiendo del hecho de que el deporte, como fenómeno social, ha superado las propias fronteras de la escuela para penetrar en todo el tejido social en la actualidad se le reconoce como “toda actividad físico deportiva realizada por niños/as y jóvenes en edad escolar, incluyendo la desarrollada en el seno de los clubes o de otras entidades públicas o privadas, considerando, por tanto , Deporte Escolar como sinónimo de Deporte en Edad Escolar” (Gómez y García, 1993). Por su parte, el Consejo Superior de Deportes (2012) reconoce como Deporte en edad escolar “a todas aquellas actividades que, de forma organizada se celebran fuera del programa de la asignatura de Educación Física en los centros escolares, clubes, asociaciones, etc. y en las que participan estudiantes en edad escolar”.
Desde un punto de vista cronológico, existe coincidencia entre el Deporte Escolar y el Deporte en Edad Escolar, sin embargo, ”en el primer caso nos referimos al deporte que se desarrolla en el entorno de un centro escolar, sometido a su estructura y con una incidencia directa del profesorado del centro. Mientras, el deporte en edad escolar es un concepto más amplio que recoge todas aquellas actividades deportivas ofrecidas al niño dentro de un periodo temporal más o menos concreto” (Moreno, 1998)
Aclarados ambos conceptos, y ajustándonos al título de la mesa redonda, ubicamos el desarrollo del deporte escolar en el entorno del centro escolar y con una incidencia directa del profesorado de Educación Física con una orientación dirigida hacia “la educación integral del niño/a y al desarrollo armónico de su personalidad” (Blázquez, 1995), mediante la práctica de diferentes disciplinas deportivas. Resaltamos, pues, la unión de tres conceptos como son deporte escolar, competición y educación integral, dentro de este debate. Llegado a este punto, reafirmamos también el valor educativo de la competición. En este sentido es conveniente recordar “El deporte no posee ninguna virtud mágica, puede despertar el sentido de la solidaridad y cooperación como engendrar un espíritu individualista”, …”puede educar el respeto a la norma como fomentar el sentido de la trampa. Depende del educador y de la forma de enseñar, que se fomenten o no los valores educativos que indiscutiblemente posee el deporte” (Parlebas, 1969). Según este autor, cuya opinión comparto, los valores educativos del deporte no se adquieren con la mera práctica sino a través de que el educador y/o entrenador los incorpore a sus objetivos de enseñanza. Y, en este ámbito, estamos hablando de profesionales de la docencia como son los profesores de Educación Física. Esta realidad potencia, una vez más, la figura del docente en el futuro del deporte escolar y de los hábitos deportivos de la población
Líneas de pensamiento sobre el deporte escolar
Tal y como antes mencioné, el enfoque del deporte escolar origina posicionamientos muy diversos que alimentan el debate. A continuación, resumiré algunas de las líneas de pensamiento existentes en la actualidad en relación al mismo.
Autores, como Fraile Aranda y Raúl de Diego (2006) matizan que la actividad físico-deportiva que se realiza a través del deporte escolar puede atender a dos tipos de modelos: uno de carácter lúdico-recreativo, sin grandes exigencias técnicas, donde lo cooperativo prima sobre lo competitivo y la participación sobre la selección, mientras que el otro se relaciona con las prácticas deportivas federativas, donde se priorizan los resultados, la eficacia, la búsqueda de rendimiento, etc. Según un estudio de Fraile et al. (1999), el uso de las situaciones competitivas, tiende a jerarquizar y a crear rivalidad entre los participantes, además de la situación de discriminación que ello produce entre los escolares menos capacitados.
Sin embargo, algunos autores como Hahn (1982), Añó (1997), Petrus (1997) y Solar (1997), entre otros, defienden que el afán de competir entre los escolares es innato y que son los educadores los que deben canalizar esa tendencia para que el deporte se convierta también en un instrumento educativo. Hay quien considera, como Trilla (1998), que si bien la competitividad puede ser una virtud en el mundo empresarial, no es aplicable al mundo educativo, a pesar de que los profesores de Educación Física utilizan en sus clases prácticas competitivas para incrementar la motivación y la eficacia de los alumnos. Por su parte, Devís (1996) critica los supuestos valores educativos intrínsecos que se atribuyen tradicionalmente al deporte.
Profundizando en esta línea, Fraile y otros (2001) definen el modelo actual de deporte escolar como excesivamente competitivo, por considerar que en estas primeras edades debería primar lo lúdico sobre lo agonista. Como aspectos negativos destacan la baja edad con la que los escolares comienzan a competir, en especial en aquellas actividades deportivas que exigen altos niveles de exigencia física, ya que todavía han alcanzado poco grado de desarrollo corporal, social, afectivo y emocional.
Otros autores no cuestionan tanto la competición sino las consecuencias de los resultados, como los premios otorgados. Por ello Deci y otros (1981) consideran que en las actividades competitivas el premio debería vincularse a la propia acción de ganar, por lo que plantean la necesidad de eliminar las recompensas (medallas, trofeos, etc.), propias del ámbito federativo y utilizados en la competición tradicional.
Esta última visión es también compartida por García Ferrando (1986) que considera que disminuye la motivación intrínseca de participar libremente, perjudicando con ello el hábito hacia una práctica saludable y para el tiempo de ocio, entre aquellos competidores que se habitúan a la búsqueda del premio, como uno de los fines de la práctica deportiva. Cree que, una vez que no consiguen estos premios se provoca el abandono de la práctica deportiva.
Sobre esta cuestión, los resultados de un estudio de Fraile et al. (1999), demuestran que los entrenadores creen necesario la entrega de los premios en función de los resultados deportivos. Sin embargo, para los educadores las actividades deportivas deben ser lo suficientes atractivos como para que los escolares encuentren motivación sin depender de premios.
En un estudio realizado en el año 2007 por parte Berengüi y Garcés con 216 maestros y licenciados en Educación Física de centros escolares en poblaciones con alta o baja participación en el programa Deporte Escolar de la Región de Murcia, se analizan los valores en el deporte escolar. Casi la totalidad de los docentes coincide en afirmar que intentan transmitir valores positivos como la cooperación, el respeto, tolerancia, etc., a través del deporte escolar. También hay coincidencia en inculcar el respeto a las normas, el árbitro y los contrarios, apostando masivamente hacia una orientación más educativa y formativa del deporte, frente a una orientación más competitiva del mismo. Existe un altísimo porcentaje de desacuerdo al afirmar que el deporte escolar debe constituir la cantera del futuro deporte profesional. También cuando se indica que se concede más importancia a una orientación competitiva del deporte, frente a una orientación educativa. Por último si los profesores deben buscar el mayor rendimiento posible de sus alumnos
Por su parte, Martínez y Buxarrais (1999) analizan el papel de la competición desde dos visiones antagónicas. Por un lado, resaltan lo negativo de la competición, cuando no se respetan las normas, rompiendo la equidad que inicialmente se establece y que debe marcar filosóficamente estas prácticas. Pero, por otro lado, resaltan la competición, cuando se enmarca en una lucha consigo mismo como superación personal, en cuyo caso responderá a los objetivos educativos, ya que reforzará el sentimiento de auto confianza en las posibilidades de cada practicante.
Para finalizar el repaso a algunas posiciones, diversos trabajos de García Ferrando (2001) demuestran que la mujer participa menos en el deporte escolar hasta el punto en que los hombres la duplican en número. Por su parte las investigaciones de Dubois (1986) recogidas por Gutiérrez (1995), demuestran que las chicas expresan menos aspiraciones hacia el éxito/triunfo en las actividades deportivas que los chicos, motivado por su menor grado de competitividad.
Personalmente, rechazo esta línea de pensamiento hostil hacia el deporte de competición. Reitero mi creencia en que no es incompatible el lícito deseo de victoria con cultivar los valores educativos. Es más, a veces la derrota es incluso más educativa que la victoria. En cualquier caso, no siempre es fácil definir las fronteras entre vencedores y ganadores, en especial en ciertos deportes en los que, aparte de la clasificación existen registros o marcas que valoran las actuaciones (atletismo, natación… etc). De tal manera que no siempre hay que conseguir la primera posición para sentirse tremendamente satisfecho por la actuación. No obstante, también debe reconocerse que los valores educativos emanados de la práctica deportiva competitiva pueden eclipsarse cuando los enfoques no son los adecuados. En este sentido, es preciso disponer de profesionales cualificados al frente de estas actividades..
Pero sería injusto asociar las actividades del Deporte Escolar al escenario meramente competitivo, reconociendo la relevancia de esos programas. Existen también otras ofertas. Por ejemplo en la Comunidad de Galicia se incluyen en los denominados XOGADE (Xogos Galegos Deportivos en Idade Escolar) actividades lúdicas no competitivas, juegos populares, etc.
La implicación de los docentes de Educación Física
Al margen del carácter de los programas que se incluyan en el Deporte Escolar nos centraremos ahora en la implicación de los docentes de Educación Física en relación a los mismos. Tal y como apunta Escudero (1999), citado por Pérez y Fernández (2005), el desempeño de la docencia en la actualidad exige una mayor cantidad de tareas y responsabilidades más complejas que las de décadas pasadas. Asumen que se ha intensificado y diversificado su trabajo pedagógico, añadiendo que al profesor “se le pide una mayor implicación personal y moral en el ejercicio de su profesión; y finalmente, se amplía el territorio de sus responsabilidades hacia el compromiso con los centros y la propia cultura profesional”.
Consideran que este incremento de exigencias “no sólo no va acompañado de un mayor reconocimiento social y laboral o de un incremento en el asesoramiento y formación, sino que además se enmarca en cierto descrédito de una profesión que, para mayor desgracia de los docentes, debe desarrollase en entornos socioculturales cada vez más complejos y difíciles. A todo esto se unen en la educación física la propia indefinición del cuerpo disciplinar de la materia y la lucha por aumentar su estatus y el de su profesorado”.
Obviamente estamos refiriéndonos tanto al maestro que actúa profesionalmente en primaria como al profesor que lo hace en secundaria. Pero, en relación a la etapa de primaria, tal y como indica Lera y cols. (2009) “la administración educativa no ha sido capaz de asegurar la formación inicial necesaria para abordar con garantías la Educación Física Escolar”. En cualquier caso, considero absolutamente necesaria la implicación tanto de los maestros como de los profesores dentro del Deporte Escolar, si bien la realidad demuestra que existe un bajo nivel de implicación en la actualidad.
Pero, reconociendo esta realidad, las dotes educativas de los docentes, maestros y profesores, son las más idóneas para el desarrollo del Deporte Escolar. Sobre esta cuestión, hay que recordar que una de las funciones del Estado es potenciar las actividades físico deportivas como un servicio cultural y educativo, a la que deberán tener acceso todos los escolares de forma gratuita, desde un principio de igualdad de oportunidades, la Administración deberá disponer de profesionales cualificados que intervengan en el desarrollo físico-motriz, afectivo, emocional y social de los escolares, con los que atender dichas actividades (Faile y De Diego, 2006). Sin embargo, esta pretensión no se cumple en un porcentaje altísimo de colegios, en especial de la esfera pública, dejándose al arbitrio de la mera voluntariedad de algunas personas la dirección técnica de los deportistas, sin exigencias previas en su formación.
Llegado a este punto, cabe exigir, si realmente se pretende un Deporte Escolar de calidad, que sean los docentes de educación física los que asuman voluntariamente esta implicación, encontrando la contraprestación económica o de otra índole de la administración adecuada a sus servicios prestados.
Por otra parte, existe una corriente de pensamiento, alimentada en sectores educativos, que defiende la separación del Deporte Federado del Escolar. Es decir, se pretende realizar una competición “pura” en la que los niños escolares, que no se preparan de manera tan intensa como los integrados en los clubes, no lleguen a participar juntos en competiciones por la gran desigualdad que existe entre ellos.
Particularmente no veo ningún riesgo en una competición mixta (colaboración conjunta entre las estructuras del deporte escolar y las federaciones), tal y como sucede en la actualidad en la oferta del Deporte en Edad Escolar de la Xunta de Galicia, siempre y cuando se cumplan los objetivos previstos: “Las actividades vinculadas a la actividad físico - deportiva deben fundamentar los valores educativos a través de la iniciación en la práctica de varias modalidades deportivas con el objetivo fundamental de fomentar el hábito deportivo. La propuesta de la Secretaría Xeral para el Deporte se fundamenta en el programa deporte en la escuela, como camino para el acceso la práctica deportiva al tiempo que el programa de competiciones deportivas en edad escolar, en colaboración con las federaciones deportivas gallegas, define el itinerario en el ámbito de la competición deportiva”
Sucede lo mismo con la filosofía que transmite el Consejo Superior de Deportes al indicar que: “Los principales objetivos son, además de contribuir a una mejor formación Integral de la persona, enseñando al estudiante el valor de la cooperación y el trabajo en equipo, ayudar a un desarrollo físico más sano y armonioso como asimismo a emplear el tiempo de ocio de forma divertida”.
Históricamente se han producido hechos, gestados en el seno de las estructuras federativas, que han perjudicado a los practicantes, por un exceso de afán competitivo. Probablemente se sigan cometiendo estas agresiones, ya que es muy difícil su erradicación. Pero, no soy partidario de establecer fronteras entre el deporte escolar y federado, en la oferta que hacen en la actualidad las Comunidades. Pienso que es conveniente justamente lo contrario: potenciar su unificación.
Y lo creo porque no percibo riesgos psicológicos para los que supuestamente se encuentran en inferioridad deportiva, siempre y cuando no se magnifiquen los resultados deportivos. Y para ello, insisto, hay que poner al frente del deporte escolar a los mejores educadores que dispone la sociedad española, que son los maestros y profesores de Educación Física. Considero que el papel de los docentes no debe limitarse exclusivamente a los fundamentos físicos y técnicos, sino que debe desarrollar el trabajo en valores a través de la práctica deportiva.
El principal problema que afecta en la actualidad al deporte escolar, no se refiere a la oferta de competiciones que las administraciones realizan, sino a que no existe la figura institucionalizada, dentro del propio colegio o escuela, que se responsabilice de activar la práctica deportiva escolar, ya que los profesores de Educación Física, por diversas circunstancias, no suelen asumir estas competencias. Esta situación está originando un empobrecimiento notorio del Deporte Escolar. En estos casos, las estructuras federativas, como los clubes, suelen paliar estas carencias a través de su intervención en el Deporte en Edad Escolar.
Sabido es que la tasa de abandonos deportivos en nuestro país es enorme. No es objeto en esta breve intervención analizar las causas de ello, pero sin duda el enfoque de una adecuada iniciación deportiva va a ser determinante en este sentido. En el proceso de formación de un deportista existen una serie de etapas presididas por el aprendizaje de una gama de elementos o modelos técnicos y el desarrollo de aspectos condicionales, tácticos y psicológicos, de manera adaptada a la particular situación biológica del individuo. Este progresivo enriquecimiento le permitirá avanzar de forma programada, racional y pedagógica, a la vez asegurarle una eficacia en el proceso seguido. Durante una iniciación deportiva se produce un primer contacto del practicante con la especialidad elegida, representando un punto de arranque hacia su formación deportiva. Sin duda el futuro estará condicionado, entre otras cuestiones, por el bagaje experimental de esta primera aproximación. El problema surge cuando se cuenta con personas que no poseen la cualificación educativa para asumir esa responsabilidad.
En cualquier caso, la práctica deportiva en Edad Escolar deberá estar presidida por un permanente interés de conseguir en los niños una formación integral, por encima de cualquier otra pretensión, lo que obliga a ser muy selectivos a la hora de elegir al responsable técnico (educador, entrenador o monitor). Entre los objetivos destacaríamos:
- Fomentar la educación integral de los practicantes
- Potenciar la salud.
- Favorecer una cierta emancipación, autonomía y toma de decisiones individuales.
- Propiciar un aumento de practicantes deportivos
- Favorecer el aprendizaje de las técnicas deportivas específicas.
- Enriquecer el acervo motor con diversas habilidades y ejercicios.
- Propiciar el aprendizaje de los reglamentos deportivos básicos.
- Potenciar la socialización y el trabajo en equipo.
- Conseguir un compromiso con la práctica deportiva regular.
- Experimentar en competiciones las posibilidades individuales.
Una vez definidos los principales objetivos trazados en el desarrollo del Deporte en Edad Escolar, se relacionan diez derechos básicos que presiden la actividad deportiva a edades tempranas. La idea primitiva de este decálogo surge de la carta de los derechos del niño que enuncia Wein (1995) y de la declaración de derechos de Martens et al (1989) y que, particularmente, adaptamos al atletismo, siguiendo la filosofía del Código de Ética Deportiva (Giménez y Sáenz-López, 1997):
· Derecho de practicar, disfrutar y gozar de la competición.
· Derecho de ser tratado como niño y adolescente.
· Derecho de ser entrenados por personas cualificadas.
· Derecho de ser atendidos con la misma dignidad e interés, independientemente del talento, capacidad o resultados en la competición.
· Derecho de no ser explotados, buscando actitudes precoces.
· Derecho de competir con reglamentos adecuados a las necesidades específicas de los jóvenes.
· Derecho de competir con jóvenes de su edad.
· Derecho a que se respeten los principios pedagógicos, didácticos, metodológicos, y de entrenamiento.
· Derecho de descubrir sus propios aprendizajes.
· Derecho de no ser campeón
Hacia una Ley de Protección del Deporte en Edad Escolar
En los últimos años la "epidemia de sedentarismo” de nuestra sociedad ha avanzado inexorablemente hacia unas cotas que inducen a la preocupación. Estudios recientes demuestran que la obesidad infantil y juvenil se ha triplicado en los últimos 20 años, al pasar del 5 al 14 por ciento de la población española. Al margen de una inadecuada alimentación, se constata una falta de actividad física. Además, un 89 por ciento de la población infantil ve la televisión todos los días, durante una media de 2,5 horas. También se sabe que la mitad de población española tiene exceso de peso, pero además la situación se agrava al ser una tendencia “ascendente”. Los niños españoles son los que practican menos ejercicio en horario extraescolar de toda la Unión Europea. Expertos de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) alertan de que en España a la edad de 13 años ya se adopta un estilo de vida sedentario, sobre todo en el caso de las niñas.
La situación en Galicia, es todavía más preocupante. El Dr. Tojo, catedrático en Pediatría, demostró con sus estudios que en 1991 la obesidad afectaba al 8,8% de los niños gallegos, si bien en la actualidad se ha llegado al 20,5%. Galicia, tal y como afirma el Dr. Ovidio Vidal, jefe del servicio de Endocrinología del Complejo Hospitalario Universitario Juan Canalejo, se encuentra en el fondo de la tabla, junto a Canarias, muy lejos de los mejores resultados registrados en comunidades como Cataluña, donde los índices son del 9% entre los hombres y del 14% entre la población femenina. Por otra parte, el abandono de la actividad física al acabar la enseñanza obligatoria es un hecho generalizado en toda Europa, pero en España alcanza unos datos estadísticos preocupantes.
El Deporte Escolar junto a la Educación Física se convierten en un instrumento tremendamente valioso ante la alarma social y un servicio indispensable que debe darse al ciudadano. Una de las consecuencias de la situación expuesta es el descenso de la condición física de los escolares que sufren este problema. Esta realidad, unida a la enorme oferta lúdica y recreativa que reciben los jóvenes, contribuye a ralentizar el acceso a la práctica deportiva de compromiso en aquellas modalidades que exigen una mayor carga de esfuerzo físico.
El Comité de Deporte y Ocio del Consejo Internacional de Ciencias del Deporte y Educación (Committee on Sport and Leisure of the International Council of Sport Science and Physical Education, ICSSPE) organizó en 1993, en Estocolmo, el seminario internacional, denominado Niños, juventud y deporte - una comparación multinacional con la intención de analizar la evolución y tendencias del deporte internacional en los jóvenes. En sus conclusiones destacan:
- El aumento sustancial de oportunidades de practicar deporte en los últimos 10 años (1983-1993).
- La institucionalización del deporte, apreciándose una menor espontaneidad en la práctica deportiva, que tiende a desaparecer, por ejemplo, en deportes de equipo.
- El contraste entre jóvenes que practican algún deporte varias veces por semana o diariamente y quienes no realizan actividades físicas en su tiempo libre.
- La disminución de la edad de iniciación deportiva. En muchos países la mitad de la población infantil comienzan a practicar deportes a los 7 u 8 años.
- El descenso del interés y de la práctica en deportes tradicionales, como el atletismo y la gimnasia.
- El hecho que se esgrima con más frecuencia, por parte de quienes no practican deporte, como excusa la falta de tiempo.
Considerando, las transferencias realizadas a las Comunidades Autónomas, en relación a las competencias deportivas, creo conveniente impulsar desde el Consejo Superior de Deportes una Ley de Protección del Deporte en Edad Escolar que asegurase unos “mínimos” en su desarrollo. En especial, en la cualificación de las personas que impulsan su desarrollo. Sin duda, la medida más eficaz para potenciar el Deporte Escolar sería la de incrementar la carga lectiva de la asignatura de Educación Física. Y la segunda es conseguir que al frente del Deporte Escolar se sitúen los maestros y profesores de Educación Física, voluntariamente, pero respaldados por medidas compensatorias por parte de la administración.
Muchas gracias por su atención.
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